Revista estudiantil de la Universidad Autonóma de Aguascalientes, editada por la Brigada Jesús Silva Herzog (Sociedad de Alumnos de Economía y Mesa Local ANEE)

miércoles, 1 de octubre de 2008

POR UNA AUTÉNTICA LUCHA POR EL AGUA. Fabián Camacho (Pasante de la Lic. en Ciencias Políticas y Administración Pública UAQ)

El agua es un recurso finito necesario para el desarrollo sostenible, para la erradicación de la pobreza y para cualquier intento de crecimiento económico, además, garantiza estabilidad social y política, calidad de vida y salud. El agua es imprescindible para cualquier expresión de vida, pero sobre todo, para la realización de la vida y dinámica social. Hoy en día la manipulación de este recurso refleja la crisis de la humanidad, los mecanismos de opresión y dominación, así como la omisión y olvido de la vida.


Sin embargo, la discusión sobre la problemática del agua se ha venido dando con otros matices. Hay dos grandes dimensiones cuando se trata el tema. La primera es el derecho humano a acceder a ese servicio (el agua), sobre todo cuando hay millones de personas que carecen de él. La segunda dimensión se fundamenta en la existencia de un problema de escasez ya que se esta acabando el agua fresca debido a la industrialización, la contaminación, los modelos de agricultura corporativa, la minería y la falta de conciencia de los sujetos en el uso del agua.


A partir de estas dos dimensiones es como se configuran los planes y líneas de acción en defensa del agua.



Pensar el agua como Derecho Humano. En enero del 2005 se realizó en Porto Alegre, Brasil, el V Foro Social Mundial en donde se denunciaron las amenazas al derecho de todos al agua y a los servicios de saneamiento, sobre todo en los países subdesarrollados. Fue ahí donde organizaciones de todo el mundo señalaron a las empresas trasnacionales, a las instituciones financieras internacionales y a la Organización Mundial del Comercio (OMC) como los principales responsables de las políticas excluyentes y de privatización.


Como resultado de las discusiones referentes al agua, se realizó y se adoptó la Plataforma Global de Lucha por el Agua, la cual sería el punto de encuentro y de partida para todos aquellos que militan en todo el mundo por el agua. Dicha Plataforma de lucha contiene diez puntos a defender. El primero y más importante es declarar al agua como un derecho humano; además se menciona que el agua debe de estar en manos públicas; que no debe ser pensada como un bien mercantil; que se debe combatir la privatización favorecida por el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI); y que es necesario ampliar alianzas y construir un gran movimiento mundial.


La intención que se busca al declarar el agua como derecho humano no es otra más que garantizar el abasto de agua a todo ser humano. Esto ante la inminente amenaza de privatización del vital liquido por parte empresas trasnacionales como Vivendi, RWE y en especial la compañía Suez a nivel mundial. En Querétaro, fábricas como Kimberly-Clark o Coca-Cola están en una constante búsqueda de manantiales acuíferos que contribuirían en los procesos necesarios para la elaboración de sus productos.


La privatización del agua tiene, cuando menos, dos catastróficas consecuencias. La primera es la modificación radical del ecosistema de donde se extrae el agua, ya que al alterar los niveles de los mantos acuíferos, se modifica la flora y la fauna con el riesgo de que un bosque, nutrido de agua por los manantiales existentes en el subsuelo, se convierta en un desierto. La segunda consecuencia se describe a partir de la determinación del consumo del agua por parte de las empresas privadas, a las cuales no les interesa en lo más mínimo la necesidad inmanente a la vida del agua; su interés esta centrado en la ganancia y en la utilidad que se le pueda sacar a este recurso natural. Lo catastrófico de las dos consecuencias recae en lo natural y en lo humano, cosas que el capitalismo y sus empresas omiten, dando cuenta así de las amplias contradicciones del sistema.


Sin embargo, a pesar de que se consiguiera el reconocimiento por parte de la ONU de que el agua es un derecho humano, se estaría dejando de lado que el problema del agua no nada más es cuestión de derecho, sino también de escasez, optimización del recurso y consumo desmedido. La concepción del agua como derecho cancela la posibilidad de que este recurso se involucre en la esfera privada normada por los códigos de comercio; y de cuanta de que el vital liquido es un recurso público, ¿pero quién lo administra? El Estado. Y como están las cosas hoy en día con el Estado Moderno, el ciudadano esta muy alejado de los procesos de toma de decisión y por tanto, de los mecanismos de concientización para el ahorro y optimización del recurso.


La lucha por el agua pensada a partir de la reivindicación del derecho de todos al vital liquido es una perspectiva limita, miope y heredera de los socialismos ortodoxos o de los efectos intelectuales del Estado de Bienestar. El dilema es dejar de concebir este problema a partir de las viejas categorías de lucha de clases; y no porque no sirvan, sino porque no nada más es eso, sino que hay que visualizarlo como un problema integral que se da en plena crisis del ser humano.



Pensar que se nos acaba el agua. El Consejo Mundial del Agua (CMA) es una organización establecida en 1996 para dar respuesta a la preocupación mundial por la situación de los recursos de agua dulce de la Tierra. El CMA convoca cada tres años al Foro Mundial del Agua cuyos objetivos son: aumentar la importancia del agua en la agenda política; apoyar la profundización de la discusión para lograr la solución a los asuntos globales del agua en el siglo XXI; formular propuestas concretas; y generar un compromiso político.El 4to. Foro Mundial del Agua se llevó a cabo en la Cd. de México en marzo del 2006. Se revisaron experiencias de casos urbanos y rurales en México en donde se están empleando proyectos sostenibles que optimizan el uso del agua. En la ciudad de Oaxaca se esta llevando a cabo un proyecto de un barrio urbano que busca facilitar el derecho a la vivienda y al agua, lo cual implica la conservación del agua a través de la recolección del agua de lluvia de los techos para su subsiguiente desvío en pozos de infiltración y por último en sistemas de agua subterránea. Esto genera el involucramiento directo del ciudadano o del sujeto en garantizar su derecho al agua.


Las campañas populares por un plan de gestión integrado y sostenible del agua son temas fundamentales en la búsqueda de defender y luchar por el agua. Las características principales que dan viabilidad a estos proyectos son la autogestión y la autonomía; a partir de estas características se logra la apropiación del recurso por parte de los sujetos implicados y su vez, se logra la concientización del problema de la escasez del vital líquido. El Estado no interviene y posibilita la generación de ciudadanos activos y concientes de su papel transformador.


No obstante, se corre el riesgo que mediante estos proyectos autonómicos se particularice los logros y se aísle de cualquier posibilidad de transformación general. Es decir, de buscar únicamente el logro por si mismo del proyecto o de las campañas sostenibles, se deja de lado el verdadero objetivo de resarcir la escasez y optimizar de mejor manera el vital liquido. Hoy en día de nada sirve poner “nuestro granito de arena”, dado que yo en mi hogar puedo generar un sistema tecnológico súper eficiente que logre optimizar el agua de tal manera que se reutilice unas dos o tres veces, pero si no logro convencer a mi vecino que no debe lavar su carro con la manguera, de nada servirá.


Mientras no se generalice el problema del agua las luchas particulares de nada servirán. De lo que se trata es de generar una transformación general de conciencia, de apropiación y de consumo del agua. Pero si los miembros del barrio oaxaqueño que están impulsando tecnologías sostenibles, a propósito del agua, no impulsan la generalización y propagación de su proyecto, el agua que ellos ahorren se estará desperdiciando en el riego de los campos de golf de cualquier lugar del país.


La lucha por el planeta es la lucha por el hombre. La problematización del agua pensada como un derecho o, por otro lado, como un recurso finito que hay que optimizar, no resuelven el problema real del agua. Son reivindicaciones valiosas dentro de las dinámicas reformistas, pero hasta ahí, y de lo que se trata es de trasformar el mundo.


Lo importante es pensar el problema del agua como un problema de la humanidad. La autentica lucha por el agua debe estar cimentada en la búsqueda de la emancipación, y no hay otra manera de entenderla más que en términos universales. Sería volver el humanismo a las acciones sociales para así poder superar la barbarie humana que da cuenta de la autodestrucción que estamos generando como especie de nuestro mundo, y sobre todo, de la fragmentación del sujeto y de sus luchas sociales que imposibilitan un verdadero cambio social.


Estamos viviendo una geopolítica hídrica y, ante la escasez inminente del agua, hoy en día gozar de su tenencia es causa de poder y domino por sobre los que no tienen acceso a este recurso. Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), más de mil millones de personas, de los 6 mil 500 millones que conforman la población mundial, carecen de acceso al vital liquido, lo cual es reflejo de la posibilidad real de dominación sobre la población mundial.


La lucha por el agua no es la lucha por un derecho o por el ahorro racional de la misma, sino esta inmersa en la dinámica de las luchas de hoy en día, las luchas de la emancipación. Superar los dilemas de la privatización del agua va más allá de pensar que el agua debe ser de todos, y que superar los dilemas del ahorro del agua va más allá de optimizar el uso de la misma. Luchar por el agua es luchar por una autentica emancipación, y sobre todo, por la vida.

fabiancamacho@gmail.com

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