No tuve ningún problema para acreditarme y entrar al Teatro de la República, el 19 de enero de este año, cuando vino a Querétaro el cardenal Tarcisio Bertone. Tampoco tuve problemas para hacer lo mismo en la visita del presidente democrático Felipe Calderón Hinojosa (yo voté y volvería a votar por Obrador, aclaro), en la ceremonia del 5 de febrero. En cambio, tuve todos los problemas habidos y por haber para asistir al quinto y último informe de gobierno de Francisco Garrido Patrón (el sexto informe se lo comió enterito). Es decir, es más difícil y peligroso ver al gobernador queretano que al Presidente de México y que al enviado cultural de El Vaticano.
Nunca me acreditaron como prensa de los blogs Diálogo Queretano y El Oficio de Historiar. A pesar de que al igual que en las ocasiones anteriores el maestro José Félix Zavala hizo todo lo necesario para conseguir la acreditación. Supuestamente ya estaba mi credencial, pero cuando fui a recogerla sencillamente me dijeron que mi nombre no estaba en las listas. ¿De qué tienen miedo? El poder tiene miedo de la crítica democrática.
Nunca me acreditaron como prensa de los blogs Diálogo Queretano y El Oficio de Historiar. A pesar de que al igual que en las ocasiones anteriores el maestro José Félix Zavala hizo todo lo necesario para conseguir la acreditación. Supuestamente ya estaba mi credencial, pero cuando fui a recogerla sencillamente me dijeron que mi nombre no estaba en las listas. ¿De qué tienen miedo? El poder tiene miedo de la crítica democrática.
Por más que hice la lucha de conseguir el pase desde las 8 de la mañana, fue imposible. Y a partir de las 9 ya no me dejaron pasar ni a las afueras del Teatro de la República. Fui bloqueado en Juárez y 16 de Septiembre, frente al Jardín Zenea. Terminantemente había órdenes de no dejarme pasar, y menos sin acreditación, me dijeron, cuando iba con el periodista Fernando Paniagua. Por más que me quejé con el senador priista José Calzada y con el ex presidente del PAN local Simón Guerrero, no pude pasar. Me dijo Calzada: “Pero a mi informe de gobierno yo sí lo voy a invitar”. “Gracia, senador, si es que gana”, le dije.
Seguí tocando puertas y viendo gente y alguien verdaderamente democrático dentro del oscuro aparato de controles del gobernador FGP pudo extenderme a fin de cuentas una acreditación de prensa al cuarto para las 10 de la mañana. Ya acreditado debidamente, me dirigí a cruzar otra vez hacia el Teatro de la República. Pero tampoco fue posible, aun con la acreditación correspondiente en mis manos. “Hay órdenes de que usted no puede pasar, señor”, me dijeron los guardianes del orden democrático del señor Garrido Patrón. Esta es la democracia queretana bajo el actual régimen del PAN.
Al diez para las diez llegó el diputado de Convergencia Marco Antonio León Hernández, le expliqué mi problema y me dijo: “Te entiendo, Julio, estos canijos creo que ni a los diputados de oposición nos quieren dejar pasar”. Me echó el brazo al hombro y me dijo vente, y con él protegido a duras penas cruzamos el cerco del orden democrático. Una jauría de 15 ó 20 guardias del status quo imperante se nos echó encima y uno de ellos estuvo a punto de agredir al diputado, a quien violentamente le pedían que se identificara.
–No tengo por qué identificarme ante ustedes, y nada más háganme algo, a mí o a mi acompañante, y verán lo que les pasa –y seguimos avanzando la larga cuadra hacia el Teatro de la República. Con mucha dificultad llegamos y al fin pudimos ingresar.
Gracias, diputado Marco Antonio León Hernández, del Partido Naranja Convergencia.
Ya adentro del recinto, el diputado panista Alejandro Straffon Báez, por un querido amigo común que tenemos, me saludó cordialmente y me dio la bienvenida al acto parlamentario. Gracias, diputado del PAN. Igual saludé adentro otra vez al senador José Calzada y a su padre el ex gobernador Antonio Calzada, lo mismo que al ex gobernador Enrique Burgos, a quien le conté mi problema. “Lo bueno es que ya está aquí adentro, don Julio”, me dijo Burgos. Vi de lejos al procurador Juan Martín Granados Torres pero no me pude acercar. También crucé saludos con el consejero electoral Rivera Casas y con el periodista radiofónico Andrés Estévez y con el ex procurador Julio Sentíes. Vi entonces al secretario de Gobierno, Alfredo Botello Montes, y me dirigí hacia él:
–Señor Secretario, no tuve ningún problema para entrar aquí cuando vino el cardenal Bertone, ni cuando vino el Presidente de México. Y hoy tuve todas las dificultades imaginables. Siento una gran presión política sobre mí y lo hago a usted responsable de lo que me pueda pasar.
–¿Y por qué yo?
–Porque usted es el secretario de Gobierno y el responsable de la seguridad política en el estado y en este Teatro.
–Está bien, Julio; nada va a pasar.
Y sí pasó.
Yo quedé ubicado abajo, en el área de prensa, junto al periodista de Noticias Jorge Vargas, con quien conversé brevemente. Todo el tiempo me estuvieron acosando y molestando tres o cuatro personas, vigilándome muy de cerca; especialmente el señor “David Loyola Torres” (no sé si es su nombre correcto, pero lo identifico perfectamente), empleado de gobierno bajo las órdenes del secretario Alfredo Botello Montes. Me decía que allí no podía estar (en la parte de abajo, junto a los periodistas), porque esos lugares ya estaban apartados, y que me iban a ubicar en otro lugar. Yo me resistí lo más que pude. Pero tras mucha insistencia, tres o cuatro veces, y al sentirme rodeado, finalmente accedí, para no crear problemas. Fue un error técnico. Debí permanecer entre los periodistas y gritar en ese momento que estaba siendo hostigado.
Me llevaron a la parte más alta del Teatro del lado derecho, donde ni siquiera se veía el presídium de abajo. Una persona trajeada que conozco muy bien siempre estuvo pegada a mí, y dos o tres más daban vueltas a mis espaldas. Me sentía totalmente intimidado.
Empezó el acto del Congreso local y llegó la hora de los discursos, en general largos y aburridos, salvo excepciones. Una de esas excepciones fue la de Marco Antonio León Hernández:
–Antes el pueblo participaba de estos actos, hoy poco faltó para que ni a los diputados nos dejaran entrar.
–No podemos dogmáticamente validar lo que no hemos visto o no existe, aún y cuando nos lo repitan un millón de veces mediáticamente, no nos van a convencer ni empírica, ni racionalmente, menos aún frente a la pretensión de anular la crítica o la libertad de expresión, así se nos acuse de catastrofistas o desde las rejas de la Legislatura se nos pretenda enseñar a criticar, se nos quiera poner una mordaza; la inteligencia, la razón exige discusión, los asuntos públicos no son un coto vedado para la sociedad. La crítica no agravia, obliga a pensar.
–Entiendo que quien dice la verdad, casi no dice nada o peor aún se le puede calificar de calumnia, de difamación, y quien se atreve a señalar errores o decir lo evidente, lo real, se le denosta, se le ofende, se le amenaza y si se puede se le reprime, como si en el cuento de Hans Cristian Andersen el rey sancionara al niño cuando le dijo que estaba desnudo, mientras sus corifeos gritaban que sus prendas eran las más hermosas. Cuando en realidad el rey estaba desnudo, y al niño lo acusasen de hacer la guerra sucia.
Y por allí siguió en su crítica el diputado por Convergencia:
–Este gobierno ha estado alejado del pueblo, encriptado en sus blindadas y cómodas oficinas, sin contacto con la sociedad, no se puede realizar el cambio social con sentido y con conciencia si se excluye al pueblo en las transformaciones, sólo hay voluntarismo, la pretensión del cambio sólo ha sido romanticismo o mejor dicho una pretensión silvestre que ha demostrado su fracaso. No hay como diría Habermas acción comunicativa.
–Los gobernantes no sienten las necesidades de quienes menos tienen, son incapaces de temblar de indignación cuando se comete una injusticia. Hay carencia de sensibilidad social.
–El gobierno plutócrata no ha generado nuevos ricos, ha hecho más ricos a los ricos funcionarios, no hay una nueva generación, son los mismos pero en grado superlativo. La esperanza ha sido derrotada por la realidad.
Y así hablaron cada uno de los representantes de los diversos partidos. Y yo sentía subir la presión alrededor de mí y dentro de mí. Y llegó la hora del gobernador FGP.
Un informe de gobierno abstracto y distante de la sociedad real mayoritaria, abundante en cifras faraónicas (millones y millones y millones, como en tiempos del PRI), y sólo cercano a los hombres del capital, los negocios y los contratistas. Siempre habló en función del Ejecutivo y su Plan Estatal de Desarrollo, sin reconocer los trabajos de cada una de las dependencias del gobierno, apuntándose todos los logros a cuenta del Ejecutivo. Un discurso lejano y mentiroso:
–Servir a la sociedad ejerciendo una buena política, basada en una buena comunicación, nos ha permitido ser un Gobierno cercano a la sociedad, conocible y conocido, con una relación eficiente y oportuna con la ciudadanía, favoreciendo su participación en la orientación de las políticas públicas. Mantenemos una comunicación estratégica, responsable, transparente, profesional y de contacto constante con los queretanos.
Palabras, palabras y más palabras. Puras palabras vacías, sin contenido, sin gente real detrás. Números y palabras que hablan más de un núcleo privilegiado de la población, no de la sociedad abierta mayoritaria.
Y así habló FGP de la salud, la vivienda, el desarrollo urbano, las comunicaciones y transportes, del agua, Acueducto II (obra virtual que nadie conoce), la Ciudad de las Artes (otra obra virtual sin terminar), industria, empleo, educación, turismo, etc. Y recibió cinco tandas de aplausos de un auditorio claramente panista y muy poco plural y con menos ciudadanos de la sociedad real y diversa. Un gobierno sin pueblo. Un acto sin sociedad.
Y yo siempre vigilado y rodeado por tres o cuatro elementos de seguridad, en el palomar del Teatro de la República. Y cuando el gobernador hablaba de la seguridad ciudadana y de la procuración de justicia, y en un descuido mío cuando saqué unas hojas de mi portafolios (segundo error técnico), una persona del lado izquierdo me arrebató violentamente una pequeña pancarta a doble plana y 50 hojas tamaño carta que llevaba para distribuir con la siguiente simple leyenda: “Crimen e impunidad. Caso BMW. ¿La marca de gobierno de Paco el Opaco? 51 meses 51.” Yo sólo pretendía enseñar mi pancarta y distribuir las hojas. Saqué otras pocas que me había guardado en la parte posterior de la cintura del pantalón. Y de pronto me paré y traté de extender mi pequeña pancarta y no lo pude hacer porque el cuate del lado derecho fue más rápido que yo y me lo impidió y me la quitó (tercer error técnico). Y entonces alcancé a gritar: “Crimen e Impunidad Aquí en Querétaro. Caso BMW. 51 meses…”. Sentí fuertes pisotones y patadas en el pie y la espinilla derechos. Y de pronto se hundió mi voz y mi persona por el fuerte jalón que me dieron hacia atrás, caí y me levanté inmediatamente, perdí los lentes pero los alcancé a recuperar. Una mano me tapó la boca con fuerza y me sacaron en vilo al pasillo.
Alcancé a gritar: “Libertad de expresión. Yo no hice nada. Déjenme. No hice nada”. Me taparon nuevamente la boca y sentí el primer golpe en el estómago. Y los insultos: “Cállate, hijo de la chingada. Cabrón. Hijo de puta”. Y prácticamente en andas me sacaron tres o cuatro tipos por las escaleras y recibí más golpes en el abdomen. Quien me dio los tres o cuatro puñetazos en el estómago fue quien me cuidó todo el tiempo y se dijo llamar “Daniel Moreno” (y es quien aparece en las fotos de primera plana de hoy en el A. M. de Querétaro: “Denuncia impunidad… y recibe agresión”, 1-III-2009), y es empleado del secretario de Gobierno Alfredo Botello. Ya en la planta baja me alcancé a zafar de la mano que me tapaba la boca y grite: “¿Esta es la libertad de expresión? ¿Esta es…”. “¡Cállate, cabrón!” Me sacaron a la calle y me llevaron por Juárez hacia el Jardín Zenea. Me dejaron frente al instituto de computación cuando llegaron las diputadas María de Jesús Ibarra (Partido Verde) y Carmen Consolación González Loyola (Partido PRD). Y sólo entonces se calmaron los ánimos de mis guardianes.
Lo primero que me preguntaron las diputadas fue que cómo me encontraba. Les dije que estaba bien y que les agradecía mucho su presencia. Una de las dos me dijo, creo que fue Consolación:
–Julio, el informe de gobierno en el recinto parlamentario exige un respeto institucional. Te vamos a invitar a regresar al Teatro de la República si nos prometes que te comportarás correctamente.
–Por supuesto que sí (les dije). No he hecho nada malo y les prometo guardar el orden. Gracias por su atención.
Regresamos los tres al Teatro de la República pero ya no dejaban entrar ni a las diputadas. 10-15 minutos de alegata. Finalmente dijeron: las diputadas pueden pasar pero no el señor, hay órdenes terminantes. Nuevas discusiones entre las diputadas y los guardias del recinto democrático. Entró la diputada María de Jesús Ibarra. Carmen Consolación González Loyola dijo: “Si el señor no entra, yo tampoco entro, aquí me quedo”. Permanecimos en la puerta unos minutos. Entonces le dije a Consolación: “Por favor entra, puedes hacer más por mí allá adentro que aquí afuera. Yo estoy bien y ya no me van a hacer nada. Gracias”. Y poco después entró.
Gracias gracias gracias a las disputadas Carmen Consolación (PRD), María de Jesús (Verde) y al diputado Marco Antonio (Convergencia). Se comportaron como verdaderos diputados protegiendo a un modesto ciudadano y al servicio de la sociedad. Gracias.
Permanecí a la entrada del Teatro hasta que terminó el acto, hablando con los periodistas y sin ser ya molestado para nada. Debo decir que en los 4 años y 3 meses en que me he ocupado del caso BMW es la primera vez en que soy agredido violentamente. Por gente de información y seguridad del gobierno de Garrido Patrón y de Botello Montes. Cuando al fin salió el gobernador lo tuve a dos metros de distancia y grité dos veces: “Adiós señor gobernador DEMOCRÁTICO Francisco Garrido Patrón. Adiós señor gobernador DEMOCRÁTICO…”. Y le extendí la hoja que me había sido arrebatada en el interior del recinto con la leyenda “Crimen e impunidad. Caso BMW…” (era la última que había guardado en el calcetín). Y el gobernador estuvo a punto de tomarla (allí está la foto del Noticias de Querétaro, p. 27-A), pero cuando la vio de cerca, ya no la tomó.
Busqué ver a la salida al secretario Alfredo Botello Montes. Pero se hizo ojo de hormiga para todos los periodistas. Creo que nadie vio por dónde se fue. Y no hubo mayores incidentes. Salvo mi agradecimiento a los compañeros periodistas que cubrieron la noticia y me expresaron su solidaridad. Como también me expresó su preocupación la diputada panista Adriana Fuentes, a quien agradezco sinceramente su fraterno gesto. Gracias, diputada del PAN. Igualmente conversé cordialmente con el senador panista Guillermo Tamborrel sobre el caso de la BMW, del cual me dijo que se había ocupado durante algún tiempo; cambiamos impresiones al respecto y me dio su correo electrónico.
Acompañado por mis amigos universitarios Antonio Flores y Víctor López Jaramillo fui a la Comisión Estatal de Derechos Humanos y presenté una queja contra el secretario de Gobierno Alfredo Botello Montes y su empleado que me golpeó (el tal “Jaime Moreno” perfectamente identificado en la primera plana del A. M. de hoy). Y en el informe pericial del doctor José Luis Barrera Alemán, del Ministerio Público 1, quedo asentado lo siguiente: “1. Contusión con edema moderado y equimosis rojiza de la zona malar derecha. 2. Refiere contusiones y dolor en hemiabdomen derecho, cara posterior de la pierna derecha y empeine del pie derecho. / Por su naturaleza son lesiones que no ponen en peligro la vida y que tardan hasta quince días en sanar”.
Junto con mi abogado Arnulfo Moya Vargas, este lunes haré la denuncia penal correspondiente ante el Ministerio Público en contra del secretario de Gobierno Alfredo Botello y su empleado que me golpeó. Puedo entender que la función de los hombres de seguridad del gobierno fuera callarme, quitarme mis hojitas de protesta y tal vez sacarme del Teatro. ¿Pero por qué los golpes? Pura rudeza innecesaria de un gobierno que tiene miedo a la crítica democrática.
Por la noche no pude dormir del lado izquierdo. Me duele el hombro por algún golpe que no recuerdo, tal vez al caer por el fuerte jalón que me dieron, o la pura tensión y el estrés. No me arrepiento. Al contrario. Estoy dispuesto a poner el hombro derecho para defender la libertad de expresión y el reclamo de justicia de esta sociedad democrática, frente al poder autoritario, intolerante, excesivo y represivo. Paco el Golpeador y Alfredo el Madreador. Y sus empleados a su servicio. Pero este Palabrero ambulante seguirá caminando por Juárez y pasaré frente al Teatro de la República todos los días, y hago responsable al secretario de Gobierno, Alfredo Botello Montes, de si algo me llega a suceder. La libertad y la justicia son reclamos democráticos ciudadanos. Ni un paso atrás por temor. Estos funcionarios abusivos y autoritarios ya van de salida. Adiós.
Yo seguiré escribiendo sobre el crimen y la impunidad del caso BMW, mes tras mes.
Doy fe de vida.
Levanto acta.
Palabreo.
Qro. Qro.
28 de febrero
y primero de marzo de 2009.
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