Hoy en día existen signos significativos de nuevos conflictos sociales y embriones de resistencia social por todo el mundo. A finales del siglo pasado, en 1999, el movimiento de resistencia global se hizo presente en los titulares de todo el mundo a partir de las protestas generadas en Seattle en contra de la Organización Mundial del Comercio. Este acto, generó la aparición y el afianzamiento de diversos, y hasta contradictorios, movimientos en contra de la globalización.
I.
El discurso teórico del neoliberalismo, ejemplificado en los documentos del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial (BM), da cuenta de que el capitalismo se encuentra en una etapa de internacionalización del capital financiero. Como fundamento de lo anterior se encuentra la idea fisiócrata del laissez-faire (dejad hacer, dejad pasar). A partir de este planteamiento se genera un determinismo económico directo sobre cualquier actividad humana, es decir, la teoría neoliberal retoma la apreciación vulgar del dilema marxista en donde se menciona que todas las esferas sociales están determinadas por la economía; al respecto Ulrich Beck menciona que el neoliberalismo se parece a su enemigo mortal, el marxismo.
Al contemplar la fase de internacionalización del capital, o globalización, la teoría neoliberal reduce las consecuencias del laissez-faire a la esfera económica. De haber consecuencias en materia política, cultural o social, éstas serán solo para mejorar y ampliar los derechos civiles, principio de cualquier democracia, por todo el mundo.
En términos de Adam Smith, la globalización sería un fenómeno natural que responde a las necesidades sociales de mercado, generando así la ruptura de fronteras para el libre tránsito de mercancías. Evidentemente lo anterior es parte del discurso oficialista que pretende validar los actos de las élites congregadas a partir del poder económico y político, porque de creernos toda la parafernalia y la verborrea teórica mediante la cual el FMI sustenta sus recomendaciones, ¿qué sentido tendrían las protestas en Niza, Davos y en otras cumbres del poder económico transnacional? ¿protestarán acaso por una mejor repartición de las mercancías, o por qué en España los Marlboro son más caros que en Costa Rica? Evidentemente no. Protestan porque la realidad de la globalización o de la internacionalización del capital desborda los límites de una visión reduccionista de la economía; por tanto, la globalización es un proceso que repercute de manera importante en lo social y cultural, pero sobre todo, en lo político.
Como consecuencia los embriones de resistencia social ante la globalización generan propuestas reivindicativas de la autodeterminación y de la participación real. La resistencia ante las consecuencias de la globalización es un ejemplo de los alcances sociales de éste fenómeno capitalista.
II.
La globalización es un proceso con antecedentes históricos documentables. En 1989 se llevó a cabo el consenso de Washington, teniendo como resultado un decálogo exclusivamente económico para los Estados Unidos; lo cual da cuenta de los inicios de lo que Beck denomina “globalismo” y que en el ámbito político y académico del Tercer Mundo, se identifica con la noción de neoliberalismo. Los propósitos que estructuran el consenso de Washington son los siguientes: a)Establecer disciplina fiscal, b)priorizar el gasto público en educación y salud, c)llevar a cabo reformas tributarias, d)establecer tasas de interés positivas determinadas por el mercado, e)lograr tipos de cambio competitivos, f)desarrollar políticas comerciales liberales, g)brindar una mayor apertura a la inversión extranjera, h)privatizar las empresas públicas, i)llevar a cabo una profunda desregulación, y j)garantizar la protección de la propiedad privada.
Los principios enunciados son parte de las propuestas que se empezaron a propagar en la década de los ochentas. La intención era lograr la internacionalización del capital, dado que el mercado estadounidense buscaba la conquista comercial de nuevos territorios. Fue a raíz de la ruptura de los acuerdos de Bretton Woods, en los cuales se planteaba al patrón oro como divisa internacional, los Estados Unidos la sustituyeron por el patrón dólar como la principal divisa para la realización de las transacciones comerciales internacionales, lo cual le significó un enorme poderío económico y político. Es en éste momento cuando el capital financiero se consolidó, “las instituciones financieras internacionales –en particular el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI)- dejaron de lado su función original: estabilizar la economía mundial, para transformarse en agentes activos y poder cambiar los sistemas económicos nacionales y subordinados al régimen dólar-Wall Street” (VITE, 2003: 48).
Es entonces cuando se puede vislumbrar un alto margen de hipocresía en el umbral de la globalización. Reagan, presidente de los Estados Unidos en la década de los ochentas, generó la formula ideal con su homologa en el Reino Unido, Margaret Tatcher. Los dos de una raíz ideológica eminentemente conservadora, impulsan reformas fiscales que generaron la apertura comercial necesaria para sus economías. “Le dijeron al mundo que la liberación comercial era necesaria para una economía de mercado exitosa, pero cuando trataron de exportar a los Estado Unidos, se encontraron con la puerta cerrada” (NOVELO, 2004: 130).
Resulta curioso como dos políticos de derecha como lo eran Tatcher y Bush, sostuvieron que los Estados eran impotentes en la vida económica, mientras que por otro lado, pusieron todas las esperanzas en la ingeniería social para así garantizar la estabilidad y el control de los disidentes. “Todavía más incoherente es que el pensamiento de la nueva derecha descuide tan sistemáticamente los efectos de liberar mercado sobre el matrimonio, la familia y la incidencia de la criminalidad” (GRAY, 2000: 54). Es la hipocresía lo que sobresale del pensamiento político de hoy en día.
La hipocresía se ve reflejada en el argumento de los pensadores neoliberales, que señalan que el libre mercado es un don de la evolución social, cuando se puede observar que la inserción de la dinámica global en los años ochentas y noventas evidentemente no tiene nada que ver con la naturalidad de la historia o la mano invisible, los hombres son el motor de la historia y son sus actos los que la determinan; y para la globalización, la voluntad política es el motor que la genera y regenera. “La globalización ha usado el poder del Estado para alcanzar sus fines, pero ha debilitado las instituciones en aspectos vitales” (GRAY, 2000: 30).
Todo acontecimiento derivado de los argumentos del libre mercado y de la internacionalización del capital son generados a partir del acuerdo político de unos cuantos situados en el pedestal del poder económico y político a nivel mundial. La mayoría de las decisiones contravienen la dinámica cultural, social, y política de las minorías. La globalización y sus actores, desquebrajan el tejido social a costa de esos intereses globales, pero de élite.
Ejemplos hay muchos, y cada uno genera sus contra-actores que han forjado programas de resistencia ante la era global. El Tratado del Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) ha pauperizado el trabajo agroalimentario y ha intensificado la migración y la presencia del narco en el campo. En Argentina después de la crisis de principios de la década, el FMI condicionó el apoyo económico para que se diera la aplicación de lo que se llama “flexibilidad laboral”, que se traduce en facilidades para despedir trabajadores, reduciendo prestaciones.
Otra causa de la globalización y sus políticas internacionales es la ruptura de la participación directa de los ciudadanos en temas de importancia. Todo aquello que suene a elecciones es la hipocresía de la que se habla, porque a final de cuentas, todo acto de trascendencia en nuestra vida parece estar determinado, no por la globalización entendida como una mano invisible, sino como la globalización comprendida a partir de los acuerdos políticos que se den. La globalización tiene nombres y apellidos, y en lugar de ampliar las garantías democráticas, las ha reducido con el motivo de ganar nuevos y mejores mercados.
La hipócrita idea de la democracia global, se puede entender solo a partir de la hipocresía de la globalización. La democracia global es la oportunidad de elegir, pero no el destino, el futuro, la vida, la profesión ni los gustos; sino las mercancías. Es por esto, y por la evidente destrucción del tejido social, que los movimientos sociales han emergido a partir del enemigo común que es la globalización. Pareciera ser una lucha ambigua, porque sectores de derecha, izquierda, fascistas, socialistas, anarquiastas, en alguna de sus expresiones, están en contra de la globalización. Realmente es una lucha desde distintas trincheras por la búsqueda de mecanismos de participación real y de decirle a la globalización, no nos estamos creyendo tu hipocresía.
III.
Los movimientos sociales pueden ser socialmente conservadores, socialmente revolucionarios, ambas cosas a la vez o ninguna. Lo que sucede es que el único sentido de la historia es la historia que sentimos, y todos los movimiento sociales son síntomas de nuestras sociedades e inevitablemente terminan chocando con las estructuras sociales. En el caso de los movimientos sociales en contra de la globalización sucede la misma contradicción. Sin embargo, pareciera ser que todos se generan por la misma circunstancia y tienen el mismo objetivo hacia el interior del movimiento. Manuel Castells realiza una tipología de movimientos sociales que se posicionan en contra de la globalización en la cual estudia el caso de los Zapatistas en México, la Milicia estadounidense en Estados Unidos, y Aum Shinrikyo en Japón.
Los zapatistas, que como movimiento salen a la luz pública a partir de la entrada en vigor del TLCAN en 1994, generan su lucha contra las consecuencias excluyentes de la modernización económica; pero también desafían la inevitabilidad de un nuevo orden geopolítico bajo el cual el capitalismo se acepta en forma universal. Se autoidentifican como indios mexicanos oprimidos y excluidos por 500 años. Su adversario es el capitalismo global (TLCAN). Su objetivo es el de lograr la dignidad, democracia y la tierra, lo cual siempre les ha pertenecido.
La milicia estadounidense es un movimiento cuya galaxia ideológica engloba organizaciones conservadoras extremistas, grupos tradicionales partidarios de la supremacía blanca, neonazis y antisemitas; incluido el Ku-Klux-Klan, grupos religiosos fanáticos y grupos contrarios al gobierno federal. Se consideran ciudadanos estadounidenses originales y ven como enemigo común declarado al gobierno federal como representante del Nuevo Orden Mundial, establecido contra la voluntad de los ciudadanos estadounidenses. Según la opinión dominante en todo el movimiento patriota, este Nuevo Orden Mundial, ha destruido la soberanía estadounidense. El objetivo según la tipología de Castells, es la libertad y soberanía de los ciudadanos y de las comunidades locales.
Las llamas del Apocalipsis o Aum Shinrykyo es una comunidad espiritual de de creyentes que entregan su cuerpo y que actúan de manera radical en Japón. El papel de esta organización sería conducir a los elegidos a la batalla final contra las fuerzas del mal, a saber, el gobierno mundial unido (dominado por las empresas multinacionales) y sus agentes directos: los estadounidenses y la policía japonesa. Esta comunidad espiritual vislumbra la proximidad del fin del mundo o Apocalipsis, debido a la falta de espiritualidad generado por la dinámica del gobierno mundial. En 1995 generaron un ataque con gas sarin en tres vagones diferentes del metro de Tokio que mató a 12 personas.
Por un lado tenemos a los indigenistas de izquierda, por otro, a los ciudadanos conservadores de Estados Unidos, y por último, al budismo fundamentalistas de Japón. No hay por donde encontrar semejanza; sin embargo, si analizamos los objetivos de cada uno y las consecuencias de su lucha; encontraremos que esta parte del despojo de lo suyo; los zapatistas con la tierra desde hace 500 años, la milicia y sus costumbres invadidas con la migración y el TLCAN, y Aum Shinrikyo con el despojo de su espiritualidad a partir de las modas hedonistas y materialistas generados por el gobierno mundial. Cada uno de estos despojos dan cuenta de la pérdida de autodeterminación y de autonomía de los sujetos implicados en estas agrupaciones. La autodeterminación y la autonomía son principios fundamentales en el sujeto para la realización de la democracia. Por tanto, sus luchas son por la democratización de los sujetos; de los sujetos del grupo, hacia el interior. En el caso de los zapatistas, en términos generales, la democracia como vida social. La milicia la busca para las comunidades locales y originarias. Aum Shinrikyo, no se lo plantean.
La lucha y resistencia en contra se la globalización está enfocada al redescubrimiento del sujeto, a la búsqueda de mecanismos de participación directa en las cuales el sujeto de cuenta de su autonomía y autodeterminación que la hipócrita idea de democracia global nos ha hecho perder.
IV.
Existen tendencias organizativas como la United Transtational Republics, que han venido planteando que las corporaciones internacionales son más influyentes que muchas de las naciones-estado, que la clásica separación de poderes (ejecutivo, legislativo y judicial) necesita expandirse e incluir al dinero como el “cuarto poder”, y que las naciones-estado no pueden representar los intereses transnacionales de sus ciudadanos. Visualizan esos tres grandes problemas en la idea de pensar la democracia hoy en día.
De alguna manera, están planteando una resignificación a partir de las condiciones de hoy día con respecto al Estado. Sin embargo, es aberrante pretender encontrar una semejanza entre lo que dicen los libros sobre democracia y nuestro contexto político actual. Y más aberrante aún, pretender resignificar el concepto de democracia. No es necesario hacerlo, pues el problema no es la noción de democracia, ciudadanos, Estado, etc., sino más bien la falta de aplicación por cuestiones de interés político y económico.
La globalización necesita democracia. Garantizar que los procesos sociales no sean cuestión de voluntades de unos cuantos, sino autentica determinación de la participación social. Por tanto, no se puede malinterpretar a los movimientos sociales pretendiendo situarlos en un rincón alejado de donde se llevan a cabo las decisiones y las voluntades de la política económica global. No podemos dar marcha atrás a la globalización. Lo que sí podemos hacer es democratizarla y así garantizar una vida coherente, con perspectiva histórica y cada vez…con menos mierda.
REFERENCIAS:
CASTELLS, Manuel, El poder de la identidad, Madrid: Taurus, 1998
GRAY, John, Falso amanecer: los engaños del capitalismo global, Barcelona: Paidos, 2000.
KEYNES, John Maynar, “El fin del laissez-faire”, EN: Ensayos de persuasión (crítica), Barcelona: Grijalbo, 1988.
NOVELO, Urdanivia Federico, “Se busca otra democracia”, Argumentos 46/47, México: UAM-X, diciembre de 2003/abril de 2004.
STIGLITZ, Joseph E., El malestar en una globalización, Madrid: Taurus, 2002.
UNITED TRANSNATIONAL REPUBLICS, The First Republic, abril 2001, disponible en linea: http://www.transnationalrepublic.org/
-Globalization needs democracy!, disponible en linea: www.transnationalrepublic.org
VITE, Perez Miguel, “Globalización y modernidad: una reflexión”, Polis DOS, México: UAM-I, 2003.
camachofabian@gmail.com
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