Nota Editorial: Puedes leer la primera parte http://revistaintereconomia.blogspot.com/2009/04/es-mejor-morir-de-influenza-que-vivir.html
I
Esta vez Ulises no salió a recorrer la ciudad en bicicleta, para constatar los estragos que el miedo y la ignorancia han dejado, como saldo de esta torpe “guerra contra la influenza”.
El botín, ya sabe el lector en manos de quién va quedando: farmacéuticos globales, competidores del ganado porcino, políticos alquimistas que transforman las deudas públicas en negocios privados; autoritarios de toda la ralea que, ¡por fin!, ven plasmados en las leyes sus principios fascistas y anti-libertarios; fanáticos y apocalípticos de ocasión y de vocación; en fin, oportunistas variopintos y pescadores de ganancias rápidas a río revuelto.
Por lo mismo, Ulises ya no constató las colas en las farmacias para comprar tapabocas que al final, reconocieron, sirven para poca cosa; ¡el pánico supero sus expectativas!, qué bueno para el negocio, que la “ciencia” vaya tres pasos atrás del capital; justo se dieron cuenta, cuando los tapabocas ya se habían agotado.
No; Ulises se quedó en casa, hoy decidió cambiar su sana y añeja afición de ciclista urbano, por la de internauta.
Como un Odiseo del siglo XXI navega por la red; no exento del peligroso canto de las sirenas.
No es casualidad que nuestro Ulises se llame así: Ulises, que es la traducción que los latinos hicieron del héroe de la Odisea.
Sentado frente a la computadora y degustando una taza de café orgánico (¡no vaya ser que los transgénicos desaten ahora otra epidemia!) recuerda las peripecias del gran Odiseo a su regreso, después de la guerra de Troya.
Recuerda como el poderoso dios Océano, desató los vientos para desviar el rumbo de sus naves y así impedir su regreso al hogar, a la patria, a su añorada Ítaca.
No vaya a tomar el lector esta metáfora de forma literal y atribuirle al residente de los Pinos o al de la Casa Blanca poderes que si los tienen, no se asemejan, ¡por fortuna!, a los de los dioses; son todavía, diría Nietzsche: “humanos, demasiado humanos”; al grado de lindar seguido con la estupidez.
Recuerda Ulises… ¡el canto de las sirenas!, el canto de las sirenas; ése que atraía a los navegantes hacia los acantilados hasta hacerlos naufragar.
¿Cómo evitó Odiseo su propio naufragio?, ¿lo recuerdan?.
Ulises reflexiona que no basta documentarse y obtener la información; hace falta además, saber interpretarla. Los epistemólogos y académicos hablan de diferentes métodos y técnicas de investigación y de marcos teóricos; conjunto de categorías, leyes y conceptos que nos ayudan a interpretar la información.
Así, cuando encendemos la radio, prendemos la televisión o nos conectamos a la Internet, nos convertimos en pequeños odiseos expuestos a peligrosos cantos de sirena; por eso insisto, ¿cómo evitó Odiseo su propio naufragio?.
Ulises piensa que hay un supuesto del que partió Odiseo para no fiarse de las sirenas; ese supuesto le hacía caer en la cuenta de que había, entre los dioses y las diosas, algunos que le favorecían y otros que, harían lo imposible hasta hacerlo naufragar. Lo que Ulises quiere decir es que Odiseo no era un ingenuo.
¡Ingenuo es creer que cuando uno escucha la radio, ve la televisión, o navega por la red, lo que va oír y ver es la realidad, la verdad!. ¡Sirenas!.
De haber pensado así, Odiseo hubiera naufragado; y si hubiera naufragado, no hubiera proseguido su larga trama de aventuras; no hubiera llegado a Ítaca, ni se hubiera reunido con Penélope; en fin, no tendríamos Odisea; habría tan solo una historia trunca que contar.
II
Es difícil mantenerse lúcido en una situación en la que uno es participante, incluso antes de ser observador, sobre todo cuando están en juego las vísceras, la salud, las emociones. Esa distancia crítica es la que Ulises aprendió a ejercitar estudiando las materias de filosofía, esas materias que ahora la Secretaría de Educación pretende erradicar de los planes de estudio de la preparatoria1.
Claro, es muy probable que tú, estimado lector, no te hayas enterado de tal información que se publicó, el mismo día en que comenzó la gritería de “la guerra contra la influenza”.
Pero no es solo eso de lo que Ulises se ha enterado mientras navega por el ciberespacio.
Antes supo de un decreto presidencial2, que el que dice gobernar este país llamado México, publicó en el Diario Oficial de la Federación; lo publicó también el día en que comenzó la histeria de la influenza. En dicha “joya” jurídica, el presidente oficial, se atribuye el poder de suspender por lo menos dos garantías constitucionales: la inviolabilidad de domicilio y la libertad de reunión; en aras, ¡claro! (ustedes no vayan a pensar mal), de protegernos contra la epidemia. Solo que al susodicho, se le pasó ponerle límite de tiempo a dicha suspensión y se le olvidó también convocar al Congreso de la Unión para su aprobación, según contempla la propia Constitución.
¡¿Será que la epidemia mas que de influenza es de amnesia o de alzheimer?!. ¿O se tratará más bien de una PANdemia autoritaria, que se propaga entre melodías de miedo y arpegios de ignorancia?.
¡Las sirenas Odiseo, las sirenas!.
Entre que son musas o son sirenas, Ulises decidió ampararse contra dicho decreto inconstitucional; su amigo Méntor redactó el documento; he aquí un fragmento:
…5.- Sin embargo, como parte de las medidas ordenadas por el Presidente de la República, el Decreto establece la suspensión de las garantías individuales contenidas en los artículos 9 y 16 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, sin que haya respetado el procedimiento y requisitos establecidos en el artículo 29 de nuestra Carta Magna
6.- En efecto, la fracción IV del artículo Segundo del Decreto establece textualmente como una de las acciones ejecutivas ordenadas a la Secretaría de Salud
IV. El ingreso a todo tipo de local o casa habitación para el cumplimieno de actividades dirigidas al conrol y combate de la epidemia;
Facultad que, independientemente de si sea o no pertinente y necesaria para la finalidad del Decreto, indudablemente implica la suspensión de la inviolabilidad del domicilio contenida en el artículo 16 Constitucional.
7.- Por su parte, la fracción VIII del mismo artículo Segundo, establece como facultad de la Secretaría t t
VIII. Ordenar las medidas atingentes a fin de eviar congregaciones de personas en cualquier lugar de reunión, incluyendo la clausura temporal de locales o cenros de espectáculo;
Facultad que, independientemente de que sea o no oportuna para el combate de la enfermedad, implica la suspensión de la garantía al derecho de asociarse y reunirse pacíficamente contemplado en el artículo 9 de la Constitución.
8.- A pesar de que el Decreto implica jurídicamente la suspensión de garantías individuales, el C. Presidente de la República omitió cumplir el procedimiento y requisitos establecidos en el artículo 29 de la Constitución. En particular, omitió solicitar y obtener la aprobación del Congreso de la Unión; así como definir con claridad un tiempo limitado para que tenga vigencia la suspensión de garantías decretada.
9.- El Decreto fue publicado en el Diario Oficial de la Federación el día 25 de abril de 2009…”3.
Ulises sostiene que a una acción autoritaria y anticonstitucional corresponde una reacción libertaria y constitucional. Es por ello que en días pasados acudió con su amigo Aquiles a interponer dicho amparo en el Tribunal de la Federación. Fue curioso ver como los custodios de las oficinas todavía regalaban tapabocas; al menos, pensó Ulises, esos ya no eran de color azul; ¡ja!, ¡eran blancos!.
¿Qué otra cosa ha encontrado Ulises en su viaje virtual por la red?; ¿qué asuntos permanecen ocultos y silenciados por el canto poco encantador de las sirenas de la influenza?.
Pues si, el de la nueva Ley de la Policía Federal4 aprobada por los diputados; ¡casualmente!; un día antes del decreto presidencial anticonstitucional. La mentada ley faculta a la “nueva” policía a intervenir teléfonos particulares, correos electrónicos y sitios web; a acceder a la información confidencial de usuarios de bancos y otras empresas de servicios.
Además la ley incluye esta joya para-policiaca y para- militar: “la utilización de agentes policiales armados y sin uniforme en los casos en que lo amerite alguna investigación, además de establecer y llevar a cabo operaciones encubiertas y de usuarios simulados para la prevención de delitos”.
Ulises se imagina estar de pronto en una plaza o en un café, conversando con un tipo vestido de civil, que sin sospecharlo, está armado hasta los dientes; un “tipazo” que en ese momento estará velando su “seguridad”, no la nuestra desde luego.
El negocio de las armas; ¿la antesala de una guerra de todos contra todos?.
Habrá que ver cuántos preceptos constitucionales viola también dicho bodrio jurídico.
III
Sin embargo, Ulises piensa que la joya de la cuarentena; silenciada por los cantos histéricos de las sirenas de la influenza; es la ley que aprueba la portación de dosis personales de drogas,5 so pretexto para combatir el narco-menudeo.
Esta ley se aprueba también, el 23 de abril, un día antes del decretazo y el mismo día de la aprobación de la Ley de la Policía Federal.
Ulises cree que esto, si es algo propio para consultar directamente en el oráculo de Delfos; un enigma ante el cual, el mismísimo Edipo ante la Esfinge, hubiera quedado estupefacto. ¿Será que el presidente, los diputados y los senadores han perdido el juicio?.
¡Nadie nos avisó que las epidemias venían precedidas por brotes de locura!.
¿Cómo se puede desalentar el narcomenudeo fomentando al mismo tiempo el consumo de las drogas?.
No es que Ulises esté en contra de la legalización de los narcóticos, ¡al contrario!. Lo que pasa es que existe una contradicción radical entre legalizar el consumo de los mismos, ¡mientras su producción y su distribución continúa siendo clandestina y por lo tanto, ilegal!. ¿O será que nos han dado la razón y su “guerra contra las drogas” es también una farsa, en la que la salud pública es lo que menos importa?, ¿entonces, estamos más bien ante un reacomodo de los mercados negros, reacomodo orquestado desde el propio poder que dice combatirlos?. ¿Y el apoyo gringo con su Iniciativa Mérida?, ¡es tan solo un ardid para justificar su injerencia!.
Ulises no puede sino recurrir a un fragmento del capítulo inicial del libro de Gastón García Cantú, titulado: “Las invasiones norteamericanas en México”6. García Cantú a su vez, transcribe una misiva que el entonces presidente norteamericano Jefferson escribe a su secretario de guerra, ahí por el año de 1808; es decir, hace poco más de 200 años:
“… Déme, además, su opinión sobre las mejores posiciones que debemos ocupar con las tropas y los barcos. Las fuerzas de las cercanías de Baton Rouge son suficientes. Debemos tomar Mobila, Panzacola, San Agustín, etc. PODEMOS USAR DE PRETEXTO para tomar posiciones cerca del Río Santa María y de Tombigbee, DE QUE NUESTRO PROPÓSITO ES VELAR POR EL CUMPLIMIENTO DE LA LEY DE EMBARGO.” (las mayúsculas son mías).
Estimado lector, solo escriba LEY ANTINARCÓTICOS donde dice LEY DE EMBARGO y cualquier parecido con la realidad actual, NO es mera coincidencia.
El contexto histórico de dicha misiva, es la invasión de Las Floridas, táctica dentro de la estrategia que los gringos se habían planteado para luego apropiarse de Texas, Nuevo México y las Californias; como luego sucedió; relatos todos de triste memoria.
Por eso Ulises se pregunta: ¿qué se esconde detrás de la blanca y Colgate sonrisa de Obama; de Obama Bin Laden?...
IV
Esta es apenas parte de la información que Ulises ha encontrado durante su viaje por la Internet; viaje que espera lo lleve de regreso a la patria que, convaleciente, aún se sostenía en pié, antes de “la guerra contra la influenza”. Y aunque toda esta información no hace mas que confirmar sus sospechas, de lo que sucedía ya desde antes de aquél día en que sin tapabocas, paseó por la ciudad en bicicleta; Ulises confía que al igual que todos los odiseos, podrá salvarse del naufragio al franquear los acantilados, al que lo arrastran los cantos poco encantadores de las mediáticas sirenas. Sirenas por cierto, bastante feas; ¡si al menos tuvieran las gracias de Afrodita!.
¿Cómo evitó Odiseo su propio naufragio?, ¿lo recuerdan?.
Será mejor escuchar, ahora sí, al maestro Homero:
“…Mientras hablaba, declarando estas cosas a mis compañeros, la nave, bien construida llegó muy presto a la isla de las sirenas, pues la empujaba favorable viento. Desde aquel instante echóse el viento y reinó sosegada calma, pues algún numen adormeció las olas. Levantáronse mis compañeros, amainaron las velas y pusiéronlas en la cóncava nave; y, habiéndose sentado nuevamente en los bancos, emblanquecían el agua, agitándola con los remos de pulimentado abeto.
Tomé al instante un gran pan de cera y lo partí con el agudo bronce en pedacitos, que me puse luego a apretar con mis robustas manos. Pronto se calentó la cera, porque hubo de ceder a la gran fuerza y a los rayos del soberano Helios Hiperiónida, y fui tapando con ella los oídos de todos los compañeros. Atáronme éstos en la nave, de pies y manos, derecho y arrimado a la parte inferior del mástil; ligaron las sogas al mismo; y, sentándose en los bancos, torron a batir con los remos el espumoso mar.
Hicimos andar la nave muy rápidamente. y, al hallarnos tan cerca de la orilla que allá pudieran llegar nuestras voces, no se les encubrió a las sirenas que la ligera embarcación navegaba a poca distancia y empezaron un sonoro canto:
—¡Ea, célebre Odiseo, gloria insigne de los aqueos! Acércate y detén la nave para que oigas nuestra voz. Nadie ha pasado en su negro bajel sin que oyera la suave voz que fluye de nuestra boca; sino que se van todos después de recrearse con ella, sabiendo más que antes; pues sabemos cuántas fatigas padecieron en la vasta Troya argivos y teucros, por la voluntad de los dioses, y conocemos también todo cuanto ocurre en la fértil tierra.
Esto dijeron con su hermosa voz. Sintióse mi corazón con ganas de oírlas, y moví las cejas, mandando a los compañeros que me desatasen; pero todos se inclinaron y se pusieron a remar. Y, levantándose al punto Perimedes y Euríloco, atáronme con nuevos lazos, que me sujetaban más reciamente. Cuando dejamos atrás las sirenas y ni su voz ni su canto se oían ya, quitáronse mis fieles compañeros la cera con que había yo tapado sus oídos y me soltaron las ligaduras”...7
Así es como Odiseo, resistió al encanto de las sirenas, evitando acercarse con su nave a los acantilados; conjurando con ello su propio naufragio; y no obstante, supo escucharlas; ¡Oh, gran Odiseo, ¿cuál es el secreto de tu astucia?!.
Interpretemos la metáfora.
Tal vez así estaremos mejor preparados para el día en que nos enciendan las luces y nos digan; “señores y señoras: la guerra contra la influenza ha terminado; pueden ustedes salir de la sala y recoger los recibos de sus deudas privadas y públicas en la taquilla; para evitar intereses moratorios, pague sus impuestos extraordinarios a tiempo; en caso de atraso justificado o no, le aplicaremos algunas de nuestras nuevas y flamantes leyes de policía o se nos ocurrirá, en su momento, algún nuevo decreto. Para aquellos ciudadanos sumisos, obedientes y cumplidores de sus obligaciones, habrá pases dobles para entrar a ver los remake y las secuelas de nuestros grandes éxitos: “la guerra contra las drogas” y “la guerra contra el terror”.
Por todo lo anterior Ulises, insiste:
“Más vale morir de influenza, que vivir de rodillas”.
Antonio Jiménez.
P.D.
¿Sabías que con los cerca de setecientos mil millones de pesos, que le acaba de prestar a México el Fondo Monetario Internacional, se podrían mantener por todo un lustro, 5 universidades del tamaño de la UNAM?. 5 universidades que, repartidas por todo el territorio nacional, lo mismo formarían investigadores, académicos, profesionistas, comunicadores; con los cuales haríamos frente no solo a las epidemias como la de la influenza; sino a otras más peligrosas como las de la ignorancia y el miedo. Pero estate atento por que quizá ya echaron andar su FOBAPROA del siglo XXI; no te extrañe enterarte que con tu trabajo, es decir, con tus impuestos, ya estás pagando el salvamento de CEMEX, BANAMEX, COMERCIAL MEXICANA; entre otras de las agraciadas.
¿Sabías que con los cerca de setecientos mil millones de pesos, que le acaba de prestar a México el Fondo Monetario Internacional, se podrían mantener por todo un lustro, 5 universidades del tamaño de la UNAM?. 5 universidades que, repartidas por todo el territorio nacional, lo mismo formarían investigadores, académicos, profesionistas, comunicadores; con los cuales haríamos frente no solo a las epidemias como la de la influenza; sino a otras más peligrosas como las de la ignorancia y el miedo. Pero estate atento por que quizá ya echaron andar su FOBAPROA del siglo XXI; no te extrañe enterarte que con tu trabajo, es decir, con tus impuestos, ya estás pagando el salvamento de CEMEX, BANAMEX, COMERCIAL MEXICANA; entre otras de las agraciadas.
“La permanente apropiación primitiva del capital” va. ¡Carlos Marx no ha muerto!.
NOTAS:
Parte I:
Texto virtual de la Odisea: www.odisea.com.mx
Parte II:
1. Sobre las materias de filosofía en los bachilleratos ver: http://www.jornada.unam.mx/2009/04/24/index.php?section=sociedad&article=049n1soc
2. Sobre el decreto presidencial inconstitucional para combatir la influenza ver:
http://www.jornada.unam.mx/2009/04/26/index.php?section=politica&article=004n1pol
http://www.jornada.unam.mx/2009/05/04/index.php?section=opinion&article=033a1pol
3. Texto completo del amparo contra el decreto inconstitucional; solicitarlo al correo electrónico: jiralo10@hotmail.com
4. Sobre la ley de la nueva Policía Federal ver: http://www.milenio.com/node/207721
Parte III
5. Sobre la nueva ley contra el narcomenudeo ver: http://www.milenio.com/node/204108
6. “Las invasiones norteaméricanas en México”. Gastón García Cantú. Ediciones ERA.
Parte IV
7. Texto virtual de la Odisea: canto XII http://www.odisea.com.mx/Texto_y_comentarios/Canto_xii/Canto_xii.html
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